Los cementeros están optimistas pero cautelosos debido a que la inflación ha pegado fuerte a la industria.


Entrevista a Mauricio Doehner, presidente de la Canacem.

Los anuncios de programas de vivienda social por parte del gobierno generan optimismo en la industria del cemento, dijo Mauricio Doehner Cobian: “En México hay 7 millones de familias con potencial para entrar en esquemas de construcción o mejoramiento de la vivienda. Atender sus necesidades puede ser un detonador de crecimiento; este tipo de iniciativas han sido muy exitosas en Colombia y Perú”.

El uso de esquemas de ahorro y préstamo es clave para el acceso a programas de vivienda para personas que trabajan en la informalidad, afirma el presidente de la Cámara Nacional del Cemento (Canacem). Refiere un programa que se implementó en el Estado de México, llamado Patrimonio Hoy: “Personas que trabajan como meseros, taxistas o comerciantes no formales pudieron beneficiarse de un plan que les permitía amarrar un precio en los materiales y que se complementó con colaboración de familias y amigos en labores de construcción”.

Mauricio Doehner es optimista, pero cauteloso. Advierte que el primer año de cada gobierno es complicado para la industria de la construcción y destaca las dificultades que la inflación entraña para los productores de cemento, “nuestros costos se han incrementado entre 12 y 14%, mucho más que el Índice de Precios al Consumidor”.

Del 2019 espera que sea mucho más tranquilo que el 2013, para esta industria, comentó el también vicepresidente de la Concamin. “Hace seis años, se combinó la pausa y reorganización que implica el comienzo de cada sexenio con la crisis de la industria de la vivienda, donde las grandes constructoras de casas la pasaron muy mal. El resultado fue una caída de 6% para la industria del cemento. El ciclo de cada sexenio impacta en nuestra actividad porque el sector público representa entre 30 y 40% de las ventas de cemento en México”.

La electricidad, diésel y coque han tenido fuertes incrementos de precio. Esto pone en alerta a la industria porque estos insumos representan un tercio de los costos para los productores de cemento: “estas alzas reducen nuestra rentabilidad y nos obligan a hacer ajustes. La realidad es que la competencia es brutal en nuestra industria, somos seis jugadores y hay una capacidad instalada de producción que excede la demanda. En muchos casos, los incrementos de precios anunciados no se pueden aplicar en la realidad, mucha gente piensa en esta industria como un oligopolio, pero eso es un mito, la competencia es una realidad”.

Las empresas cementeras compiten con precio, servicio y, cada vez más, con estrategias digitales, manifiesta Mauricio Doehner, que es vicepresidente ejecutivo de Cemex: “El cemento no viaja mucho, máximo 300 kilómetros, por lo tanto en cada mercado participan los que tienen plantas o almacenes en ese radio de 300 kilómetros”.

La innovación es otro de los argumentos de competencia, explica Mauricio Doehner: “Estamos viviendo un cambio de hábitos de nuestros clientes. Un número creciente de ellos elige al proveedor que ofrece las mejores soluciones a través del teléfono. La innovación va más allá de los cambios en lo digital. Hay una mejora constante de los productos. Tenemos, por ejemplo, un cemento que repele el agua, evita afectaciones en zonas donde hay muchas lluvias. Hemos sido una industria muy relacionada con la tecnología, lo seremos cada vez más”.


Este es un artículo original de Luis Miguel González para El Economista

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